Saturday, 22 August 2009

Habla



Un día llegó un sapo y se me quedó viendo. Como yo no hablaba y él sólo quería decirme cosas con los ojos, nos quedamos callados. Cuando se fue me di cuenta que se había comido todas mis palabras. Más tarde supe que los martes el sapo da de saltos hasta llegar a los techos de los edificios, donde se reúne con dos golondrinas, un niño taciturno y varias prendas de ropa tendidas y olvidadas. Ahí, por las noches, el sapo canta.

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